Las preguntas que todos nos hacemos respecto a las vacunas son: ¿Por qué nos vacunamos?, ¿cuál es la función?
Óscar Newton Sánchez,
profesor-investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Colima, explicó que las vacunas están diseñadas para crear anticuerpos
que defienden al cuerpo de enfermedades como el Sarampión, la Varicela,
Hepatitis A y B, Influenza u otras más.
“Hay diferentes tipos de vacunas, que se
elaboran con gérmenes vivos, atenuados o muertos, o incluso sólo partes
de éstos, con el objetivo de que el sistema inmunológico forme
anticuerpos específicos y se defienda en el momento en que tenga un
nuevo contacto con el germen que provoca cierta infección”, expuso.
Ya que en distintas etapas de la vida,
dijo, uno se enfrenta a diferentes infecciones, “tenemos un esquema de
vacunación que ayuda al cuerpo a enfrentarse a estas infecciones”.
Sin embargo, ¿qué hay de los efectos
secundarios como el síndrome Asperger o autismo, que los grupos
antivacunas aseguran son producidos por las vacunas?
De acuerdo con
Newton Sánchez, las vacunas llegan a presentar algunos efectos
secundarios como fiebre leve y malestar general, “que es parte de las
reacciones que se esperan, pero toda la evidencia científica ha arrojado
que no provocan síndromes como el autismo”.
En últimas fechas el crecimiento de los
grupos antivacunas ha encendido las alertas en los organismos de salud a
nivel mundial, ya que cada vez son más las personas que deciden no
vacunarse ni vacunar a sus hijos. De hecho, la Organización Mundial de
la Salud )OMS) ha colocado la renuencia a vacunarse como una de las diez
amenazas de salud en 2019.
Otro de los argumentos para no vacunarse
es que infecciones como sarampión o polio ya no son un problema de
salud y, por lo tanto, no es necesario; no obstante, para el infectólogo
de la Universidad de Colima, esa perspectiva errónea se debe a que
dichas enfermedades ya disminuyeron o incluso se erradicaron, “pero nos
pueden llevar a tener nuevos brotes, como el que estamos teniendo de
sarampión (en su mayoría en Estados Unidos de Norteamérica), donde se
han reportado que son niños o adultos que no se vacunaron y, por lo
tanto, no tienen anticuerpos específicos para defenderse”, apuntó.
El incremento de personas que no se
vacunan constituye un riesgo de que enfermedades que son prevenibles
mediante una vacuna, y que ya se tenían controladas, puedan resurgir:
“Mientras más personas no cuenten con los anticuerpos necesarios, es más
probable que la zona donde ésta vive sea susceptible al brote”, alertó.
Por lo anterior, agregó, “es necesario
aceptar que hay un grupo antivacunas, que existe gente convencida de que
no se debe vacunar; a ellos hay que convencerlos de que tienen que
hacerlo, pues no sólo se protege al sujeto que se vacuna sino a todo el
entorno”.
Para finalizar Óscar Newton Sánchez dijo
que: “todos tenemos algo que aportar para controlar estos ‘programas
infecciosos’, iniciando con quitarnos el concepto de que sólo los niños
se vacunan; ahora tenemos vacunas para niños, jóvenes y ancianos”.

